Ibilaldia y el final de la liga de fútbol de Primera División pone a prueba la cuarta fiesta, que retorna a sus orígenes. Con todo, 45.000 personas no quieren perderse un evento ya consolidado. Una inmensa carpa azulada quiso prevenir cualquier incontingencia climatológica al final de aeródromo.
Esta vez abría plaza una carrera de ponies con jinetes de entre 8 y 16 años. Luego se soltaba un jabalí que acelera su carrera al sentirse seguido de perros ya ante miles de espectadores. Triki-trixa por la pista y un gentío que comienza a llenar el recinto. José Luis Llona y sus bracos llevan las riendas de la exhibición canina, mientras Moncho Urraburu vuelve a tierra para tirar de micrófono junto a Don Julio.
El harrijasotzaile Zelai subía como si nada muchas veces la piedra de 150 kilos y luego Miguel Saralegi establecería un récord mundial al levantar 324 kilos. Por problemas legales se impide que la vizcaina María Quintanal realice una exhibición de doble trap (luego sería medallista olímpica en Pekín). Por la tarde hubo galgos, Patxi Arriola con su setter Dalo, antes que Lorenzo Urra (campeón del mundo en el 93), e Iñaki Elorriaga (subcampeón del mundo en el 95), con Mikel Revuelta como tirador.
Por su parte Juan Antonio Sarasketa recordaba “la pasión que nos supone la caza y la pesca, algo cosustancial a nuestro pueblo” por la inquietud despertada en algunos sectores por el poder de convocatoria de la fiesta, aunque “las instituciones siempre nos tendrán a su lado cuando de construir una Euskadi mejor se trate” sin olvidar que “quedan muchos retos pendientes de solucionar”. Miles de aplausos, otra vez más, ratificaron sus palabras.